La Máquina

agosto 12, 2011

Franco Agnelli había encontrado el bosquejo en el camión, lo giró al derecho y al revés para entenderlo.
-Una máquina es… ¿pero para que mierda sirve?, y este nazi hijo de puta encima lo escribió en alemán…¿En que anda este? ¿será para el laburo? si, es para el laburo sino no estaría en el camión.
Dobló cuidadosadamente el papel y lo colocó nuevamente en la guantera, lo copío torpemente en su libreta y bajó, metió la mano en el bolsillo de su saco y apretó la libreta como intuyendo que eso que había encontrado no era nada bueno. El y su sombra de luz de la calle dieron la vuelta a la esquina.
Andrés vio el rancho y al hombre por la ventanilla, frenó bruscamente obedeciendo su instinto. Bajó casi corriendo y se presentó.
– Buen dia compadre (asentuando la «r», siempre remarcaba muy fuerte esa letra al hablar) me llamo, Petersen y trabajo acá en la central, justo pasé y lo vi contruyendo esto, ¿que es?
– ¿Como me dijo que se llama?. Petersen volvió a repetir Andrés.
– Mucho gusto Don Peterson, Jesús Bergara a sus órdenes y esta es mi mujer, la Cruz, y esto que ando armando es un horno de barro.
– ¿Es para cocinar no?, dijo Andrés
– Asi es Don Peterson, aca metemos los chivos y la Cruz hace las empanadas.
– ¿Puedo verlo por dentro?
– !Claro hombre! meta la cabeza por ahí y june lo que quiera.
Andrés se agacho y miró dentro de la estructura abovedada, estaba contruída con adobes y formaba un perfecto semicírculo alargado. Por dentro estaba revestido con una capa de color blanco.
– ¿Como hizo para poner esa mezcla tan pareja?
– Con el palo, dijo Jesús, y tomó un madero con forma de «T». Un simple palo para pasar el trapo de piso, pero él le había cortado el mango, de manera tal que fuera más corto.
– ¿Me mostraría como lo hace?
Jesús se metió acostado boca arriba dentro del horno, puso un poco de mezcla en un fratacho y lo pasó por el techo, después tomó el palo y distribuyó la mezcla de tal forma que la superficie quedó perfectamente alisada.
– Antes la tiraba así nomá y después le daba con el fratacho, pero eso me llevaba mucho tiempo, comentó Jesús.
Siguieron hablando un rato y luego se despidieron. Antes de llegar al camión sacó un papel y comenzó a dibujar hizo algunas anotaciones y lo guardó en la guantera.
-Cómo no se me ocurrió antes, dijo rascandosé la cabeza, y se subió exultante.
Llegó a su casa. Le dio un inusual abrazo a su esposa Amalia y levantó en brazos a sus dos hijos, Juan Carlos y Dóris. Luego se dirigió a su taller y comenzó a dibujar un plano detallado de lo que sería «La maquina». Al día siguiente, guardó el plano en una carpeta. Salió como siempre en su Ford 40 y partió a la central. Se puso a mirar la construcción. Un túnel debía desviar el agua del río por 20 kilómetros hasta un dique aguas abajo. Debía ser lo suficientemente grande. Se podía entrar fácilmente con el camión dentro de él, la Central Hidroélectrica de Alvarez Condarco era la primera en su tipo y tenía que estar lista en 1 año. Era casi imposible hacerlo ,se necesitarían más hombres o una máquina para lograrlo. Entró en la oficina del capataz y le mostró el plano. El hombre miró con mucha atención el diseño de «la máquina».
Agnelli era un tano petiso, solterón, ambicioso y resentido, nunca había podido sobresalir en nada. Tenía un odio especial hacía Petersen, aunque compartián el trabajo y el camión desde hacía tiempo, se sentía eclipsado por ese hombre que siempre se le ocurría algo que ponía contento al capataz. Con la ayuda del viejo Knie, un pobre anciano que todo el tiempo repetía que había sido marinero del «Graf Spee», logró descifrar aquellas palabras y se había dado cuenta de que se trataba.
-Este «nazi» hijo de puta no puede presentar esto – repetía en voz alta tirado en su catre de la pensión – en la Siemens Baunión lo van a ascender a jefe y yo seguiré siendo un obrero, No. No voy a dejar que lo haga. Si tengo que matarlo, lo mato. Abrió el cajón de su mesa de luz y sacó su revolver, revisó que estuviera cargado, lo guardó en el bolsillo de su saco y salió. Continuará…


De rayos, remolachas y zapallos

agosto 12, 2011

Los veranos son lindos cuando llueve, el agua levanta el aroma de la tierra mojada y el viento se encarga de anunciar que se viene el aguacero. El famoso olor a lluvia; estaba arriba de la medianera de los Lerena y lo sentí, le grité a mi madre que ya se largaba y ella presurosamente salió al patio a destender la ropa, me senté en la medianera mirando asombrado la habilidad y rapidez que tenía para sacar y volver a poner en el alambre los broches. Cuando  terminó me dijo muy enojada:

 

-Bajate de ahí! ¿No ves que te podes caer?, ¿cuantas veces te dije que no andes por encima de las medianeras? Además viene tormenta y te puede caer un rayo. ¡Bajate ya mismo de ahí!

 

Lo que me convenció para bajar no fue el temor de caerme. Sino la amenaza del rayo…ese famoso rayo que mató a los abuelos del abuelo en una carreta en Alemania mientras venían de cosechar remolachas; según la tradición oral de mi familia nuestros ancestros tenían un campo sembrado y na tarde fueron a verlo….dicen que el rayo le cayó a mi tatarabuelo en la cabeza, pero también mató a mi tatarabuela y a los dos caballos. Esa historia la escuché en todas las navidades y años nuevos, algunas veces eran remolachas, al otro año eran patatas, otro año la abuela se permitió corregir al abuelo

 

– No eran remolachas, si tu hermana escribía que los camotes crecían cada vez más gordos, ¿no te acordás?

 

Los pormenores de cómo habían quedado los cuerpos también eran variables,  adiviné que de acuerdo a la cantidad de sidra consumida el relato de la “muertes de los abuelos del abuelo por un rayo” iba variando, no en su esencia, pero si en los detallesrde sentí una necesidad incontrolable por saber  más datos ya que mi  imaginación me los pedía, comencé por interrogar al abuelo

 

– ¿Vos viste abuelo cuando les caía el rayo?

 

-Claro. Estaban cerca de la casa en que vivíamos, yo estaba parado en la puerta gritándoles que se apuraran que venía la tormenta y de repente…me quedé como ciego, una luz entre la cabeza de mi abuelo y el cielo explotó …fue lo último que vi hasta que se me pasó la ceguera, después corrimos hasta donde estaba la carreta y ahí estaban…a mi abuelo le había explotado la cabeza como un zapallo, la abuela estaba dura, toda negra, sentada en la misma posición y con los ojos salidos, a la abuela le tuvieron que cortar las piernas para poder meterla en el cajón, no había forma de enderezarla.

 

La psicología infantil no era un tema que el abuelo manejara con soltura, no imaginaba lo que podía causar en la cabeza de un niño semejante descripción. No pegué un ojo en toda la noche, los detalles morbosos de la historia del rayo superaban ampliamente mi poder de imaginación. “le cortaron las piernas para meterla en el cajón”…Al fin me dormí. ¿Adivinen con quien soñé? Con rayos pensarán. No. Soñé con un hombre con cabeza de zapallo. Posta.